El poder de los nombres

Muchos grimorios consisten en poco mas que largas listas de nombres de demonios y Ángeles, junto con sus “sellos”. Por sellos se entendían diseños abstractos de diversa complejidad, cada uno de los cuales estaba asociado a un espíritu especial, bueno o malo.
La importancia atribuida a los nombres de los demonios y otros espíritus provenía de la antigua creencia de que conocer el verdadero nombre de otra criatura viviente da poder sobre ella. En algunas culturas primitivas era costumbre mantener secreto el verdadero nombre de un niño por miedo a que un hechicero, bruja o espíritu malo lo conociera y obtuvieran así poder sobre el. En la edad media esta leyenda también se atribuía a criaturas maléficas del bosque tales como trasgos, lamias y satiros. Los cuales acostumbraban a robar niños para introducirles en sus mundos. En buena medida como medio de protección, existía la leyenda en algunas zonas de Europa (principalmente central y del norte) de ocultar el nombre del niño como medio de protección, para de esta forma evitar que los viejos trasgos, que no son otros que los nuevos demonios. Conocieran el nombre del infante, y lo robaran.
Se consideraba que el sello de un demonio era una representación diagramatica del nombre verdadero de ese mismo demonio. Según se creía, sometiendo a manipulaciones ocultas un trozo de vitela en el que se había dibujado un sello especial o un talismán metálico en el cual se hubiera grabado, un mago podía inducir al demonio en cuestión a obedecer su voluntad.
De la naturaleza de los deseos del mago dependería que sello particular elegía para su trabajo. Así se usaría el sello de Stolas para conocer las virtudes de las hierbas; el de Vovall para procuprar el amor de las mujeres y el de Mimaris para descubrir tesoros ocultos.